Ni siquiera los zapateros resisten la densidad de los vertidos y la abundancia de residuos químicos, en su mayoría detergentes que van a parar al sumidero desde los fregaderos y lavavajillas.
Esta situación se agrava enormemente si tenemos en cuenta que la primavera es un periodo crítico para la reproducción de numerosas especies protegidas que necesitan tranquilidad y que han perdido su hábitat de refugio y de cría: paseriformes y rapaces forestales, mamíferos como la marta, la gineta o los murciélagos e insectos protegidos como el ciervo volante (que utiliza los robles viejos para el desarrollo de las larvas)".