Y es que, como recordó Carmen Alvarez, desde el momento en el que las mujeres comenzaron a tener los recursos y los permisos oportunos para poder conducir fueron objeto de burlas, chanzas y reproches por el mero hecho de serlo y no por su capacidad, prudencia y buen hacer al volante, como luego se han encargado de demostrar la estadística y los registros de tráfico.
Lo que me pasa a mí es que usan el aire acondicionado a tope los machistas micro —imagínense como deben ser los machistas macro— para fastidiarme, en una acción sexista propia del patriarcado dominante.